BILBAO TRIATHLON 2016

La carrera de Bilbao pareció comenzar una semana antes. El lunes previo se confirma la noticia de que Virginia Berasategui estará finalmente en la carrera. Yo, al enterarme, entro en cólera y muestro mi disconformidad pidiendo explicaciones, por privado, a la organización. Ellos me confirman lo esperado. Aunque Bilbao triatlón tiene un veto de cinco años por dopaje, esa cláusula se puso a consecuencia del positivo de Virginia (en esa carrera en 2013), por lo tanto, quedaba exenta de dicho castigo y podía competir. Sus dos años de sanción sí que los ha cumplido y, aunque a mí me parezcan insuficientes, legalmente, podía competir.  Fue una semana difícil con la polémica que creó este tema, pero, a dos días de la prueba, debía dejar el debate a un lado y pensar tan solo en la carrera. Si legalmente puede competir, nos guste o no, es una corredora más y yo, en competición, voy a respetarla como tal.

Aunque mi cabeza no quería darle vueltas al tema, en el ambiente, y en las redes, no se hablaba de otra cosa. Imposible quedarme al margen, pero si algo bueno tuvo todo ello, fue que no dejé de recibir, por todos lados, muestras de apoyo y ánimos. Eso me hacía más fuerte.

Con el dorsal 2 volvía a Bilbao triatlón, donde el año anterior pude firmar una buena carrera y conseguir un exitoso segundo puesto. Venía con la confianza de conocer el circuito y de saber que en la última edición se me dio bien. A ello se le sumaba el aliciente de que tenía a toda mi familia allí y la seguridad que el público de la ciudad, una vez más, se dejaría la piel animando.

El dorsal 1 era para Asa Lundstrom, la sueca que quedó por detrás de Virginia en 2013 –aunque se acabó llevando el título al confirmarse oficialmente el positivo de Berasategui–, así que acudía con ganas de guerra; cosa que había hecho público mostrando su animadversión hacia Virginia y con la ambición de llevarse el triunfo y poderlo celebrar como es debido. El pique estaba servido y yo también formaba parte de esa batalla.

Las tres favoritas, mucha rivalidad, pero, sobre todo, juego limpio y a darlo todo como siempre.

La mañana del sábado ultimando preparativos ya en boxes, poco antes de carrera. Nervios, como siempre, pero sin presión y con mucha seguridad en mí misma. Me encontraba bien y el día acompañaba –soleado y caluroso, aunque con amenaza de lluvia para media mañana pero, por fortuna no apareció hasta finalizar la carrera–.

Mis rivales más directas ya estaban por allí. Cada una a lo suyo. Yo me encontraba con la incertidumbre de no conocerlas como competidoras y no saber lo que me iba a encontrar, aun así, estaba preparada para todo, hacer mi carrera y lucharla de principio a fin.

10.00h. Empieza la prueba en la ría de Bilbao. En los primeros metros me pongo en cabeza y me marcho en solitario –buenas sensaciones–, esto empezaba bien. Primer tramo muy cómodo hasta que, en el giro, tocaba encarar más de un kilómetro con la corriente en contra. Eso no fue tan fácil; seguro que para nadie. Yo seguía en solitario, liderando la prueba. Cuando las fuerzas empezaban a flaquear, veo que, mi hermana iba andando en paralelo a mí con mis dos sobrinas, ¡emocionante! Primer subidón del día. Gracias Mire, que bien me supo.

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Primer sector completado. Cojo bici y a por el segundo. ¡Uf!, hacía aire. De momento, en llano, no asusta, pero incomoda. Pronto veo, en el primer giro, que mis perseguidoras venían cerca –Virginia y, un poco más atrás, Asa–. Estaba preparada para ello; para que me rebasaran en bici,  así que “cabeza fría y a seguir con mi carrera”. Lo que no quise hacer fue apretar y luchar forzosamente por mantener esa poca ventaja que les llevaba.

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Final del puerto. En la primera vuelta, y en el inicio de la bajada, Virginia me adelanta como una moto. Ella iba acoplada y con una seguridad brutal y yo… ¡cagadita!, con el aire en las curvas y tocando más freno de la cuenta. No podía dejarla escapar tan fácilmente. Su estela me sirvió para guiarme y, aunque con algún susto, pude mantenerme detrás. Iniciamos juntas la segunda vuelta la hicimos con un par de adelantamientos mutuos. “Vamos Judith, que estás ahí” –me animaba yo misma–, aunque poco me duró la emoción porque, en el segundo ascenso, se me fue marchando. A pesar de los ánimos que muchos me daban para que la aguantara, y que mis sensaciones no eran malas, no fui capaz.

El palo fue doble al ver que en mitad de la bajada me pasó Asa. Otro cohete bajando, y lo peor fue que, en esa ocasión, no pude mantenerme detrás. Ésta estaba siendo una carrera muy inusual para mí, acostumbrada a luchar en solitario en el sector ciclista. La peor sensación fue el, para una vez que las tenía, no poder aguantar esas referencias.

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Llego a la T2 y Asa está ahí; un minuto por delante y Virginia, por lo que pude escuchar, a más de dos. “Virginia es inalcanzable” me dije (creyendo que a pie nos iba a seguir metiendo minutos), pero había que intentar luchar por pillar a Asa. Mucha motivación, al menos para mantener la entereza corriendo –que es lo que más cuesta–. Aunque tengo que decir que en Bilbao es diferente, con el público entregado, el sufrimiento parece inapreciable. Es increíble.

Mis primeras sensaciones no son buenas. Cansada a pesar de haber regulado un poco en bici. Las piernas empiezan a decirle a la cabeza que no pueden y yo por un momento me preocupo de quién vendrá por detrás y a cuánto. Parecí conformarme con esa tercera posición, pero si algo tengo es corazón, “y muy grande”. Así que: si las piernas no tiran, lo hará el resto.

Poco me costó subir el ritmo cuando, al paso por el final de la primera vuelta, el público me grita con fuerza para que luche, gritándome que las tengo delante y que vaya a por ellas. La piel de gallina, no hay palabras. Eso, y mi orgullo, me hicieron correr como nunca. Ni yo me lo creía. Pero, si hasta me iban las piernas. Me quedé sorprendida cuando vi, en mitad de la segunda vuelta, que tenía a Virginia ahí, justo delante de mí, y a Javi. A él no quería adelantarlo, pero si encontrármelo en carrera. Que emoción sentí –por si no estaba siendo suficiente–.  Él fue el que me dio ese empujoncito para que fuera a por ella. La tengo a tiro, me dije. Por un momento dudé si era mejor aguantar y no que, por cubrirme de gloria, luego no poder aguantar ese ritmo. Pero vi que Virginia iba clavada y no me costó adelantarla y marcharme. Me animó el pasarla, buen detalle. Tengo que reconocer por eso, que nunca había querido ganar alguien en particular hasta ese momento. Nada contra ella, pero para mí era una recompensa muy grande y un reconocimiento a la lucha, al esfuerzo y al trabajo bien hecho.

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Después de ahí, corrí en una nube. Parecía que cada vez tenía más fuerzas. El público me llevaba y notaba la satisfacción de muchos al ponerme segunda. Asa no estaba lejos, la pude ver en mitad de la última vuelta y, aunque no la pillaba, estaba siendo una motivación al ver que recortaba por delante y ampliaba ventaja por detrás.

¡Que carrerón que estaba haciendo! Y como colofón, el ver a mi padre, a falta del último km, que me ve pasar orgulloso de mí. ¡Uf! esa emoción me parecía incontenible. ¡Uf! Espera, aún no estás, me dije. Pero es que veo que mi padre sigue ahí, y que corre a mi lado unos metros. Cuando encaro el giro a la línea de meta… Ahí sí que no puedo contener las lágrimas y mucho menos cuando en ese tramo final, que me parece inmenso, veo a mi madre, a mis suegros, a mi hermana y a mis sobrinas.

La alfombra roja me hace sentir que subo al cielo. No he ganado, pero para mí, eso fue más que una victoria. Indescriptible tantas emociones, tanto sufrimiento recompensado, tanto cariño. No merezco tanto y siempre me lo dais. Hacéis que esto sea tan grande…

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Llega Virginia. La saludo en meta. Deportividad ante todo. No ha sido una carrera fácil con tanta polémica, y mi posición, nada cómoda. Pero, si a alguien le debía un respeto, no era solo a Virgina que, nos pese a quién nos pese ha cumplido su sanción y no podemos hacer más, sino a la organización, que una vez más me ha tratado como en casa. Gracias de corazón. Entiendo que su postura tampoco ha sido nada fácil. Esta carrera era mágica y se merecía un buen final y que el público disfrutase del espectáculo y de la rivalidad en carrera. Limpiamente y con deportividad.

5.00h de la mañana del día siguiente. Las emociones no me dejan dormir y aquí esoty escribiendo. Necesitaba sacar esa adrenalina que aún me duraba. Motivación máxima para seguir trabajando y luchando día a día por sacar mi carrera adelante.

Felicitar a mi cuñado por ser “finisher” y por el carrerón que hizo. Otra emoción más del día. Agradecer enormemente a todos los que me hicisteis volar en carrera y a todos mis sponsors por apoyarme.

La próxima, otro año más, toca repetir en el País Vasco. Zarautz está a la vuelta de la esquina. Emoción asegurada.

«¡Besa la gloria o muere en el intento!»

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